LA FE ES OBEDIENCIA Y JUSTICIA A DIOS Y A LOS HOMBRES.
Iluminación: «Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.» (Miq 6, 8)-
El culto sin obediencia a la Palabra y sin justicia es vacío de valor.
Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra comeréis. (Is 1, 15-19)-
El pecado nos priva de la gloria de Dios (Rm 3, 23)- Nos engaña, nos divide, nos manipula nos oprime y nos asesina. Es una desobediencia, es una ofensa, es rebeldía, es alejamiento de Dios y de los demás.
El ejemplo del hijo pródigo.
Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. (Lc 15, 11- 13)- Salió de la Casa del Padre, la Casa del Amor, y se fue a un país lejano, que es el mundo donde no se le considera sagrada la vida ni la persona ni los valores humanos. La vida mundana le ayudó a derrochar los dones que Dios le había dado para él y para los demás. El lema del mundo es “Cuánto tienes, cuánto vales”. “Cuánto gastas, cuánto vales”.
La experiencia del pecado es personal.
Se conoce el engaño, la parálisis y la frustración, la triada que forja el “Vacío existencial” Madre de la enfermedad del siglo, el aburrimiento, que se describe como no sé que hacer con la vida. Enfermedad que lleva al dominio de los instintos. El segundo hijo del Vacío es la agresividad, que lleva al dominio de los impulsos: el enojo, la ira, la soberbia. El tercer hijo del Vacío es el aislamiento, que te encierras en tu Ego para experimentar la soledad, la angustia, la depresión y otras, que llevan a la pérdida del sentido de la vida. Se pierde el camino que lleva a la felicidad.
La puerta de la felicidad se abre hacia fuera, hay que salir fuera para ir al encuentro de los demás para intercambiar palabras, experiencias y vida. Hay que salir del Ego para volver a la Casa del Padre y tener la experiencia del Perdón y de la Misericordia, y al sentir el abrazo de Padre experimentar la paz, el gozo y el amor. Es la experiencia de entrar en el Descanso de Dios que es Cristo Jesús. (Mt 11, 29-30)-
Lo anterior es pasar por la Puerta estrecha que es Cristo crucificado para salir de sus manos como hombres y mujeres nuevos, como una nueva Creación (Ef 4, 24; 2 de Cor 5, 17)- Portadores de una nueva Presencia: la Gracia de Dios. Luz, Fuerza y Amor de Dios derramado en nuestros corazones (Rm 5 5)- Para que conozcamos el Camino y discernamos entre lo bueno y lo malo. Fuerza para levantarnos y caminar hacia la Casa del Padre, removiendo los obstáculos que se presenten por el camino y haciendo el bien que se nos presente. Rechazar el mal y amar apasionadamente el bien (Rm 12. 9)- La Gracia está en tu corazón, ahora puedes amar a Dios guardando sus Mandamientos y obedeciendo su Palabra (cfr Jn 14, 21- 23)-
Al ser una persona nueva y redimida, puedes hacer las cosas por amor, que nace de un corazón limpio. Puedes hacer oración, practicar el bien, hacer caridad, leer o escuchar la Palabra, todo en el Espíritu, es decir, en amor, justicia y fidelidad. El corazón limpio porque se ha lavado en la sangre de Cristo y ha recibido el perdón de los pecados, está unido a una fe sincera, para garantizar que el Culto ofrecido a Dios es agradable y grato a él, y puedes pedir lo que quieras, él te escucha tus oraciones. (Mt 7, 7)-
Dios ama a los pecadores, pero rechaza el pecado. El deseo de Dios es estar con los hombres para amarlos, perdonarlos, reconciliarlos y salvarlos, pero no a fuerzas, sino, por amor, a Dios y a los demás. “Frente a ti está la vida y la muerte, escoge lo que tú quieras” (Dt 30, 15)- ¡¡¡Conmigo o contra mí, el que no recoge desparrama!!! (Mt 12, 30)- ¡¡¡ O frío o cliente, porque a los tibios los vomitaré de mi boca!!! (Apoc 3, 15- 16)-
El que quiera que me siga… que se niegue a sí mismo… que tome su cruz… y me siga… (Lc 9 23)- La Puerta santa, siempre está abierta para recibir a los grandes pecadores que se deciden por la aventura de la fe, Cristo Jesús, nuestro Redentor.
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